26 sept 2013

Viajes y destinos




Estaré listo contigo. No quieras irte a nuestro viaje prometido sin mí. No te canses, que yo nunca me ha cansado de esperarte. ¿Recuerdas, Clara, cuando quedamos de besarnos bajo el árbol de la avenida Vermont a las seis, y yo llegué tres minutos antes para que tú llegaras veinte después? No me fui, amor mío, y no quiero que te marches. Quiero que pisemos juntos el aeropuerto, que nadie nos despida, que los recuerdos viajen con nosotros bajo el paraíso de Dios. 



Vete, Clara, pero vete conmigo. No pagamos dos boletos para llegar a París. Pagamos el destino, ese espacio donde termina lo que abandonamos y comienza lo que nos espera. Y aunque el camino se lucre de nuestras metas, aquí estamos, Clara, con tu equipaje lleno de los suéteres que tejidos por mi madre, tus libros ingleses que solo tú sabes leer, y a mí que te escucho leerlos, porque solo soy bilingüe cuando te hablo español y recorro tus veredas. Porque mi verdadero viaje es tu cuerpo y mi legítimo destino es tu placer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario