Frente a frente

A veces uno es suficiente para empezar el cambio, decía la parte posterior de la camiseta de Majín. Así decidí nombrarlo porque acababan de robar su billetera (o porque soy mala decidiendo nombres. Una vez nombré Oso a mi perro. Menos mal que obedecía la mierdita). 


Tenía un industrial en la oreja izquierda y el cabello hasta los hombros, negro y de aspecto descuidado. Usaba unos Converse de color rosa. Los míos eran azules. Y estaban más nuevos que los de Majín. O, al menos, mejor cuidados que los suyos. Esos que te acaban de robar son vecinos míos, le dije mientras lloraba con las manos en el bolsillo. Y tú también eres como ellos, me preguntó tratando de ocultar su rostro con el cabello. Su gesto me pareció familiar. Sí, soy como ellos, pero ya te robaron, y aún no soy lo suficientemente valiente como para dejarte sin zapatillas, porque vergonas están, yo robo zapatillas.

Gracias, me dijo, y luego apartó su cabello de la cara, pero me dio la espalda. Leí la frase de su camiseta de nuevo. Los compré en Uruguay, pero ya no podré volver a comprar otros por culpa de tus vecinos. El dinero se recupera, de cualquier manera se consigue, le dije poniendo mi mano sobre su hombro. Se giró hasta quedar frente a mí. Tiene mi estatura. De piel blanca, ojos verdes, cejas depiladas y labios gruesos. Nariz ancha, pero pequeña. De pestañas escazas, y huele a tabaco. Todo como yo. De haber sabido que este tipo se iba a parecer a mí, lo habría llamado Majina. O tal vez Majina debió ser mi verdadero nombre.


Mi mamá y mi abuela seguían agitándome, aunque ya me había incorporado a la realidad. En el espejo estaba la misma cara que hizo Majín en mi sueño. Tal vez no debería caminar dormida y pararme frente al espejo. No cuando en tus sueños tienes un posible hermano que use Converse rosa y podría hasta prestártelos. De cualquier manera, no me quejo de que me hayan despertado. ¿Quién querría un hermano que usa camisetas con quotes para Alcohólicos Anónimos?